Los otros leones rugían muy bien pero...
Manolito no rugía sino que maullaba. Cuando él maullaba los demás se partían de risa. Hasta que el pequeño león Manolito se hartó, y un día rugió tan bien que los demás leones se quedaron tan asustados y tan impresionados que se echaron a correr.
Al día siguiente volvieron otra vez y Manolito seguía en el mismo sitio donde lo dejaron y jugaron entre ellos, ya no se burlaban de él y fueron felices y comieron perdices.
fin